sábado, 19 de julio de 2008

Concha Buika en Montreux

Pues la vi, y el asombro y la alegria fueron sin limites. Oi primero las voces de Africa, a lo lejos, muy suaves, quejas dulces por los que se perdieron y ya no volvieron, luego el silencio en la cuesta del pueblo blanco, y el grito del dolor de tantas mujeres...como una ola de musica siguio la caracola hacia el caribe, para hacerse perla oscura entre las congas y los deseos dorados, los huracanes y la sal en el malecon. Se perdio la caracola en el fondo de America y Janis y Billie tenian las dos el alma brillante y oscura, y ya no se callaban, cantaban...Volvio el grito a su raiz, a cualquier ventana abierta de las cocinas donde una mujer canta, y parecia ya una jota o cualquier canto que se mezcla a los ecos de las calles. Y yo que estoy tan lejos del mar, oia los rumores de toda mi vida en esa caracola de voz de Concha Buika. Todo el dolor hecho belleza pura, la raiz del grito. Y desde Nueva York, Federico le ponia una cola de lagartija, para deshacerse de ella, y salir corriendo, y su niña ahogada en el pozo le reñia a la luna y se transformaba en amapola en medio del campo dorado de las trompetas y los saxos. Trance, comunion, que vas a tomar hoy? Una Buika doble, sin hielo, por favor..